2007-03-24

La magia existe...

En el descansito de España-Dinamarca (y ya van 2 a 0!!!), escribo un ratín, no vaya a ser que me termine de deborar el sofá y se acabe el sábado antes de lo previsto... muriendo también la poca dignidad que me queda si me comparo con lo que fui en mis años espinilleros!!
Y va de ocios la cosa... este mono de vacaciones da paso a nuevas incertidumbres para la ocupación de mis tiempos libres... eso de leer tiene encanto, pero las dioptrías se disparan!

Si habéis probado alguna vez la fotografía tradicional, esa de cámara réflex, analógica, con su sonidazo al disparar... !kjjsss!, estará de acuerdo en que la digital es la fotográfía Del Uso, pero difícil de equipararse a la magia del revelado manual... el mágico momento de encerrarte en el cuartito de luz roja, con olor a producto químico y una atmósfera íntimamente única.

Fuimos a un curso hará un par de años que me enseñó que, además de la imagen, el proceso es el que definitivamente hace que un momento sea tuyo; fabricas una visión del mundo.
La instantánea de un objeto atrapado en la indiferencia es, mediante este proceso trabajado, un lenguaje primario que expresa sutilezas a diestro y siniestro; ese deshecho es creación, pasa a ser muchas cosas según quien sostenga el papel fijado.

No me hizo nada de gracia eso de cargar el carrete, en oscuridad total y asfixiante, a una especie de cilindro del que olvidas toda forma...manos torponas que dejan caer sin sujetar cuando no ves un pimiento! Después sigues unos tiempos echando líquidos como en una coctelera, que huelen como a lentejas (doy fe), menos mal que ya con luz! donde la película fija las impresiones de luz y se limpia de partículas de polvo. Después de jugar a ser barman un ratito (esto tampoco divierte, porque vas alternando líquido, agua, otro líquido...así con un minutaje exacto), abres (con luz :)) y tiendes trozos de negativo, hasta que sequen.
Y, ¡por fin! lo trascendental del proceso! La Luz Roja, la ampliadora, con tu trocito de negativo, que aumenta la miniatura en blanco y negro a un papel del tamaño elegido... y el tamaño sí que importa, ¡me gustan graaandes! Vas a las cubetas, donde la luz roja es intensa, y, con vaivenes, vas mojando un papel en blanco, como con un secreto que sólo tú conoces y que pronto verá la luz... por fin, en la tercera cubeta, el revelador hace resurgir las líneas que esperabas dibujadas, poco a poco, primero suave y después decisivo... ese momento hace que todo lo anterior sea circunstancial, pasajero, deberes tomados para llegar a ese placer oculto, qué mágico momento.


¡Ya estoy mirando ampliadoras!!!