No hay receta mejor para espíritus adormilados, o decaídos, o intensamente fervorosos... para todos, no hay mejor terapia que la música, grandísimo lenguaje de bocas y almas, de ayeres y contemporáneos... toda cultura, toda historia, todo hombre han sido capaces de tomar esta forma de expresión para darle una visión propia, una bella subjetividad, un qué con por qué... en fin, lo es todo.
A veces pienso que he memorizado demasiadas melodías (incluso las voces de cada cual llevan implícita una canción entonada), me volveré loca, explotará mi cabeza al intentar crear lo nunca escuchado, mi propia tonada reflejo de Yo y mi mundo paralelo...
Pero el caso es que allá donde vayamos siempre estará rodeándonos, comercializada o no, La Palabra nunca dicha, melodía-armonía-ritmo...
Si escuchas tu canción, muévete con ella, deja que el alma también devanee un poquito, que conviene ventilar de vez en cuando... grita con tu música, abandónate al sentido...
Paz y música...